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Aquella vez que Salvador Dalí pidió un elefante bebé como pago por diseñar un cenicero

Y 100.000 dólares también, que tonto no era

Randy Meeks

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Hubo una época en la que Salvador Dalí era mucho más que un pintor y escultor español: se convirtió en todo un icono pop. Apareció en programas americanos donde la gente debía adivinar su identidad, se convirtió en un famoso de talla internacional en un momento en el que España necesitaba como fuera ponerse en el mapa. Con esa carta blanca bajo el brazo, el artista se dedicó a cometer las astracanadas más grandes que os podáis imaginar. Entre ellas, pues lo típico, pedir un elefante bebé a cambio de diseñar un cenicero.

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Elefante fumón

Aunque ahora podamos coger un avión casi con la normalidad de quien coge un Alsa, en los años 60 era una cosa exclusiva de ricos y gente que había ahorrado toda una vida para hacer un viaje de ensueño. En esos vuelos se podía fumar (no hace tanto de ello: en ‘Misión imposible’ lo hacen y en algunas aerolínas aún quedan los ceniceros como vestigio de otra época) y Air India, en ese periodo de ostentación, quiso destacar de las demás.

¿Cómo? Pidiéndole al artista de moda, Salvador Dalí, que les diseñara su propio cenicero único. Se trataba de un trozo de cerámica blanca sostenido por elefantes que en el borde tenía una serpiente verde. Precioso a su manera. Tanto, que Dalí supo que podía pedir como pago lo que quisiese: 100.000 dólares y un elefante bebé. La idea original del artista era dárselo a los niños de Figueres pero acabó recalando en el zoo de Valencia, donde le llamaron Noi (cambiándole su nombre original, Surus).

Bueno, esto es lo que pasó, pero la prensa india insistía en que la idea de Dalí era atravesar los Alpes con él. En aquel momento el elefante medía un metro veinte y pesaba 250 kilos. Francamente, no parece que hubiera aguantado muy bien la caminata. Cuando el elefante llegó a Figueres, el artista paseó por las calles con él antes de ir a comer y dejárselo a los camareros del Hotel Durán mientras él disfrutaba de un menú de cordero, pescado, marisco y melón con jamón.

Toda historia tiene su final, y en este caso son dos finales más o menos tristes: el elefante, que llegó a España en 1968, murió a mediados de los 70 sin poder acostumbrarse al clima ibérico. En cuanto a los ceniceros, se hicieron quinientos para primera clase y regalos de Air India, y hoy por hoy se venden por Internet a unos 10.000 euros, una décima parte de lo que pidió Dalí. Eso sí, sin elefantito incorporado. Algo hemos avanzado.

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Randy Meeks

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Editor specializing in pop culture who writes for websites, magazines, books, social networks, scripts, notebooks and napkins if there are no other places to write for you.

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